Bolonia, Grados y Trabajos de Fin de Grado

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Una de las grandes novedades académicas que presenta el Plan Bolonia, y el iter propio de los Grados como titulaciones sustitutivas de las anteriores licenciaturas, es la necesidad de que el alumno elabore un Trabajo Fin de Grado (TFG), bajo la tutela de un profesor, con el propósito de obtener un número de créditos (creo que 6, hablo de memoria), que les permita concluir su carrera, de modo que sólo con la superación del TFG se puede poner punto y final su formación académica. Dicho TFG debe,a demás, ser defendido ante un Tribunal.

Como ocurre con muchos aspectos del Plan Bolonia, el planteamiento teórico es impecable, y los «peros» surgen a la hora de implementar la idea en el marco universitario español, con los problemas presupuestarios que le caracterizan, entre otros muchos.

Escribo estas líneas, precisamente hoy, porque mañana seré Secretario de un Tribunal de TFG para Derecho y ADE-Derecho en el campus de la URJC de Fuenlabrada y tengo sincera curiosidad por ver cuál es el comportamiento de los alumnos en la defensa de sus TFG. En todo caso, y sin perjuicio de la experiencia, de la que os daré cumplida cuenta, lo cierto es que el sistema de TFG y su defensa ante Tribunales suscita una serie de ventajas e inconvenientes o problemas que me atrevería a resumir como sigue:

Ventajas

  • El alumno para concluir su formación universitaria necesita acreditar mediante un trabajo de investigación relacionado con su titulación, la madurez en el desarrollo de las aptitudes y competencias en las que se ha ido formando.
  • El TFG permite aproximarse de manera muy preliminar a la investigación científica y académica, y a los rigores de un trabajo escrito de una mínima calidad.
  • El contacto directo del alumno con el profesor-tutor, permite al primero disfrutar de un aprendizaje más directo y personal que el propio de las aulas.
  • La defensa del TFG, oral, pone a prueba la capacidad de exponer en público del alumno, algo que Bolonia, pretende fomentar.

Desventajas/Problemas

  • Un planteamiento a nivel teórico muy correcto como el anterior, encuentra sus principales problemas en la falta de medios necesarios para que el sistema se ágil y eficiente.  En este sentido, a las actuales cargas administrativas, docentes e investigadoras, el profesorado suma esta relativa al tutelaje de los TFG. No son pocas las Universidades cuyas plantillas no pueden asumir el ritmo de alumnos en situación de realizar el TFG, por lo que el ritmo de egresados se ralentiza.
  • El sistema del TFG, como en general Bolonia, puede funcionar bien con un número limitado de alumnos, dado que fomenta el contacto personal, y la formación individual y artesanal del alumno, lo que no guarda relación alguna con la masificación de la Universidad Pública española.
  • Desde la perspectiva del provecho para la formación del alumno, en buena lógica, dependerá de su disposición y capacidades, pero también y fundamentalmente, de la calidad del tutor y del tiempo del que disponga para su labor, o esté dispuesto a emplear. El alumno se ve muy condicionado por la  participación del tutor, de modo que se convierte en una pieza indispensable para poder culminar su titulación.
  • El principal problema reside en que es un mecanismo que en un escenario de implicación de alumno y tutor, el resultado será muy positivo, pero carece de los automatismos necesarios, en caso de un mal funcionamiento de ese tándem,  para permitir que la cantidad de alumnos matriculados característica de nuestras Universidades Públicas, vaya graduándose de forma constante y continua. No es descartable que se ralentice el ritmo de culminación de estudios universitarios, de modo que el TFG y su defensa, constituya un freno y un «tapón».

En todo caso, reconozco que me genera una profunda curiosidad escuchar las defensas de los primeros TFG (los alumnos que más rápido han sido capaces de llegar a a esta situación y que mejor han progresado académicamente), con el propósito de valorar, más allá de su calidad, las bondades o maldades del tan polémico «Plan Bolonia»; y que mejor forma de hacerlo, que escuchando a sus primeros representantes.

 

 

 

 

 

 

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  1. Mª del Mar Gómez 22 jun 2014 | reply

    De acuerdo con todo lo que dices! Ya nos contarás! Y a ese «obstáculo» del TFG hay que añadir el del idioma (hay muchos alumnos que llegan al último curso sin el famoso B1!). Más ralentización! En todo eso se les puede ir otro año, así que no hay al final mucha diferencia entre antigua Licenciatura y Grados en cuanto a tiempo … ANIMO con el final de curso! Un abrazo

  2. Diego Vigil 27 jun 2014 | reply

    Yo éste curso he tutelado 5 TFGs. Habría sido estupendo poder dedicarles más tiempo. Pero con sus carencias, obliga a escribir y a expresarse oralmente, a componer un texto usando recursos. Sólo por eso es un avance: antes se podía ser licenciado sin haber hecho nada más que exámenes tipo test.

    Lo deseable sería hacerlo con mayor implicación de todos, pero ello requeriría más medios, menos gente, y por ello tasas más caras. Alomejor la igualdad (que a unos rebaja, pero a otro eleva bastante) justifique como bueno lo que hay, aunque no sea lo mejor.

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