Una reflexión personal sobre las elecciones ICAM 2012

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Abandono, de forma excepcional, el tratamiento de los contenidos propios del blog, pare detenerme en esta entrada en un conjunto de reflexiones a partir de mis vivencias personales el el proceso electoral del ICAM el año pasado. Me decido a hablar de ello con ocasión del transcurso de un año ya desde la vergonzosa noche electoral, y tras la celebración de una Junta General Ordinaria y Extraordinaria ICAM, a la que por motivos personales no puede asistir, pero que según me cuentan fue tensa y polémica. No pretendo con estas líneas polemizar, y ni siquiera criticar (si alguna crítica encontráis, en todo caso, será constructiva), sino transcurrido un tiempo, relatar mi experiencia personal en el proceso electoral, de la que formó parte también, desgraciadamente, los acontecimiento por todos conocidos cuyas consecuencias se manifiestan todavía en la actualidad (véase la Junta de ayer). Hago esta aclaración por la tentación que pudiera tener alguno de dar una interpretación a mis palabras que no tienen ni pretenden, el contenido del post y los que me conocéis podréis corroborarlo.

Empecemos por el principio, parece obvio pero es el mejor de los métodos cuando se intenta ordenar una exposición nada sencilla. A la vuelta del verano del año pasado Javier Cremades me me propone incorporarme a su proyecto de candidatura al ICAM encabezada con Gaspar Ariño y un grupo de personas de muy distinta procedencia. Las personas que componían el equipo y las ideas que trataríamos de impulsar me convencieron y me impliqué profesional y personalmente en una aventura que, peses a todo, sólo puedo considerar, sin duda, muy positiva, por lo que me permitió aprender y conocer. Os dejo link a la web de la candidatura que, todavía, miro con cariño para que podáis echar un ojo al equipo y las ideas. Integraba la candidatura como candidato a diputado número 9 de la Junta, con el propósito de poder acercarnos a un colectivo de abogados colegiados tradicionalmente ajenos a la institución y su funcionamiento -situación que en la actualidad se mantiene- dada mi doble condición de profesor universitario y abogado ejerciente primero el grandes firmas y luego en una propia de menor tamaño. Como os cuento, la experiencia fue muy enriquecedora pero, con independencia de todo, algo debimos hacer mejor de lo que lo hicimos. dado que no conseguimos nuestro objetivo, esto parece indudable. Desde una perspectiva puramente personal, todavía sigo abrumado por el apoyo recibido no sólo de amigos, sino de mucha gente a la que pude conocer en la campaña, que me permitieron tener un fantástico resultado individual en la votación. Todavía sigo agradeciéndolo y es el gran activo que me llevo de esta aventura.

La noche de la vergüenza electoral, como me permito llamarlo, fue el corolario a una campaña que, por muchas circunstancias, fue anormal. No es el sitio para entrar en ellas y he avanzado que no sería el estilo del post, simplemente reitero aquí, como siempre que sale el tema y a quién me quiere escuchar lo hago, que unas candidaturas «combatimos» con los medios y recursos tradicionales en otras campañas de este tipo, y otras con uno potencial económico y estructura muy superior, hasta la fecha desconocida en unas elecciones así. La candidatura ganadora contó con unos medios de los que otras, pese a ser tildadas de candidaturas «ricas» o «poderosas», no disponíamos. Eso no es bueno ni malo pero, simplemente, fue así. Hubo una lucha de David contra Goliath, pero lo que no tengo claro es, todavía, quién era David y quién Goliath, sobre todo desde la perspectiva económica y de recursos. Desde luego, nosotros no éramos Goliath, os lo puedo confirmar:la campaña la financiamos personalmente los integrantes con modestas aportaciones. Mi bolsillo no hubiera permitido otra cosa.

Dicho lo anterior, transcurrido el tiempo, y ya ha pasado un año, sigo sintiendo la misma vergüenza -quizá más- cada vez que pienso en la jornada electoral. Aquello de lo que formamos parte muchos no pude volver a repetirse. Que una jornada de elecciones al Colegio de Abogados más importante de España y de los más importantes del mundo acabe a empujones, manotazos, bravuconadas y zarandeos varios,  a modo de pelea «discotequera»  es inadmisible. A partir de ahí, ese día ocurrieron una serie de hechos analizados por la jurisdicción-contenciosa y la penal (esta última lo ha archivado) que con independencia de su calificación jurídica que a los jueces corresponde, condujeron a que, por ejemplo, integrantes de la candidatura ganadora estuvieran celebrando su victoria a las 13 horas de una jornada electoral que acababa a las 20.00. Unos integrantes que, a día de hoy, no forman parte de la Junta del ICAM por haber dimitido. Todo eso acabó en empujones, gritos, carreras, recursos y deliberaciones hasta altas horas de la madrugada, e incluso convocatorias por RRSS (yo salí del Palacio de Congresos a las 4am), y con la decisión de una Comisión Electoral, unos días después, que no pudo gozar por culpa de unos y otros, de todos, de la necesaria tranquilidad para su cometido (recuerdo conocer la decisión de la Comisión por Twitter antes de que nos fuera comunicada a la candidatura).

En fin, respecto de estas cuestiones la jurisdicción penal ha decidido y la contencioso-administrativa decidirá, a ellos corresponde esa labor. El resultado es que hubo unos ganadores a los cuáles desde nuestra candidatura se les deseó lo mejor y se les reconoció, como no puede ser de otra forma: unas veces se gana y otras se pierde y aquí toco perder. En mi caso, no he hablado del tema hasta esta fecha, en la que cobra especial relevancia la situación de aparente debilidad en la que el ICAM se encuentra, en particular, si tenemos en cuenta la representación que de esta situación ha supuesto la Junta de ayer. Me da la sensación que la actual Junta tiene una posición de debilidad, no sólo de origen por razón de los acontecimientos a los que me he referido, sino por la propia evolución de los hechos en los últimos meses que ha conducido a dimisiones internas por parte de quiénes les empujaron, al menos, económica y materialmente a ganar las elecciones, e incluso a divergencias internas en el seno de la propia Junta en la actualidad en relación con la cuestión del servicio médico. Es cierto, y en esto soy un observador externo, que la Junta está siendo ferozmente atacada, curiosamente por algunos de los que más intensamente les apoyaron durante la campaña electoral, cuestión ésta que alguien debería explicar alguna vez con detenimiento y sosiego. Pero el resultado de todo ello, y ahora soy un simple observador externo- es que no parece que el ICAM tenga la fuerza que debería tener, para afrontar, entre otras cosas, aquello para lo que me embarqué en su día en el proceso electoral: que el ICAM lo sea de todos los abogados con independencia de su dedicación profesional o perfil. No me preocupa que siga  sin haber botellas de agua en Sala, me preocupa, por ejemplo, que el ICAM sea sólo, principalmente, para los que acuden a Sala, procedan de firmas grandes o no, me da igual.

No comparto muchas de las actuaciones recientes de mi Colegio (no creo que la mejor manera de luchar contra las tasas sea colgar pancartas de los cristales de su sede aunque entiendo que haya a quién le pueda parecer que sí), pero sí creo que el ICAM debe ser fuerte y tiene que tener la tranquilidad y el apoyo suficiente para afrontar muchas cuestiones pendientes, y en esa labor constructiva siempre estaré encantado de ayudar.

Del proceso electoral me quedo con lo positivo, haber contactado con un equipo fantástico, conocer mucha gente en la campaña, trabajar, construir, equivocarme y acertar, e incluso aprender de lo que no quiero ser ni hacer. Me guardo esa imborrable experiencia personal, y aunque haya pasado mucho tiempo, muchas gracias a todos los que formasteis parte de ella.

Reitero, antes de concluir estas torpes líneas, mi ruego de que no vea el lector en ellas una finalidad distinta de la de relatar una experiencia personal que llevaba queriendo contar mucho tiempo, con cuestiones, en buena lógica opinables, pero que no responden, créanme, a nada más, ni a nada menos. Un abrazo.

 

 

 

 

 

 

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