Fintech y desestructuración del mercado financiero: ¿nuevo paradigma?

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Las Fintech o tecnofinanzas (entendiendo por tales según el FSB y en parecidos términos el “Dictamen del Comité Económico y Social Europeo sobre «Digitalización y modelos económicos innovadores en el sector financiero europeo, consecuencias para el empleo y para la clientela» (Dictamen de iniciativa, 2017/C 246/02) la «innovación financiera tecnológicamente habilitada que podría dar lugar a nuevos modelos de negocio, aplicaciones, procesos o productos con un efecto material asociado en los mercados y las instituciones financieras y la prestación de servicios financieros”), han supuesto un auténtico «terremoto» en el configuración tradicional de los mercados financieros. Dicho terremoto impulsa una modificación profunda del mercado financiero de un escenario homogéneo y más o menos estructurado, a otro heterogéneo y desestructurado.

A estas alturas nadie parece dudar del potencial transformador del mercado financiero que el fenómeno fintech y toda la innovación vinculada al mismo supone y son ya muchos los documentos de estudio e informes del fenómeno que afrontan su análisis desde una perspectiva global. En esta línea destaca el documento de consulta de la Autoridad Bancaria Europea (ABE/EBA) de 4 de agosto de 2017 (Discussion Paper on the EBA’s approach to financial technology (FinTech); EBA/DP/2017/02)-, que subraya el efecto disruptivo o de desestructuración de un mercado tradicionalmente homogéneo en sus actores (elemento subjetivo) y productora (elemento objetivo).

A este efecto disruptivo que exige un esfuerzo macroregulatorio de adaptación se refiere de forma expresa el profesor Tapia en su blog cuya lectura detenida para el aterrizaje en estos temas recomienda, al señalar que «las oleadas de innovaciones financieras y tecnológicas que integran las tecnofinanzas han comenzado a erosionar, en los últimos tiempos, las fronteras entre los productos y servicios financieros y los que les proporcionan o permiten su provisión porque, como resultado de las inversiones significativas en nuevas tecnologías, se produce una mezcla de nuevas empresas que entran en el mercado, que ahora está poblado por firmas de servicios financieros y start-ups especializadas, así como empresas globales de tecnología y telecomunicaciones.»

Parece que, en cualquier caso, esta desestructuración en lo objetivo y, muy en particular, en lo subjetivo) del mercado financiero tradicional, podría ser el nuevo paradigma que impulse nuevas regulaciones del mismo, más flexibles y pensadas en una prestación de servicios impulsada por la tecnología y en la que han de participar actores, tradicionalmente ajenos al mercado financiero. 

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