Cinco pautas básicas para para la redacción de una demanda

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Ya he comentado en alguna ocasión en el blog que no comparto el criterio de quiénes defienden una abogacía hiper-especializada. Un grado de especialización es interesante y necesario, pero dicha especialización ha de partir de la existencia de unos previos conocimientos básicos que deben ser comunes a todo tipo de abogados, de modo que aunque no seamos capaces de conocer o encontrar la solución específica, sí que hagamos gala de un mínimo sentido común jurídico que nos permita orientar el tema, o detectar posibles riesgos.

Esta es una de las razones por las que en muchas de las grandes firmas de abogacía de los negocios se opta por que los abogados más júniors pasen sus primeros meses «rotando» en diferentes departamentos y áreas. Pues bien, dentro de los conocimientos básicos comunes que todo buen abogado debe tener, juega un papel ciertamente importante el Derecho procesal, al que me voy a referir hoy.

Mi práctica profesional se desarrolla en el ámbito del Derecho Mercantil, pero en muchas ocasiones, en una fase no de asesoramiento preventivo o en operaciones, sino en fase contenciosa o de conflicto, de modo que os dejo las cinco pautas que me ayudan a la hora de enfrentarme a la redacción de un escrito de demanda en el proceso civil/mercantil (muchos de estos consejos servirán para otros órdenes jurisdiccionales, sobre todo los más generales, teniendo en cuenta las especialidades de cada uno de ellos; i.e el proceso civil es dispositivo y el penal no, etc), con el propósito de que puedan ser de utilidad a estudiantes y los abogados más junior que me leáis:

1. La demanda (lo mismo puede decirse de los escritos principales de los diferentes recursos, esto es, aquéllos que no se limitan a anunciar el recurso), es el escrito judicial en el que la parte actora va ejercitar sus pretensiones, delimitando el objeto del proceso, por lo que resulta elemento esencial el PETITUM o SUPLICO. La demanda debe ser comenzada por el final, esto es, teniendo claro lo que se pide, cómo se pide y en qué orden se pide (se debe fijar con claridad y precisión lo que se pida, establece el artículo 399.1 de la LEC). La correcta redacción del suplico o petitum es esencial para el buen fin del proceso, y, desafortunadamente, en no pocas ocasiones se le considera como un simple elemento de cierre o residual. Constituye el elemento esencial de la demanda y, como tal, tiene que ser trabajado.

2. La estructura de la demanda civil no goza de formalidades más allá de las menciones exigidas por el artículo 399.1 de la LEC: datos de identificación de las partes, numerados y separados los hechos y fundamentos de derecho y, finalmente, el suplico.  Sin embargo, y teniendo en cuenta los múltiples desarrollos, estructuras y apariencias formales que una demanda puede tener, todas ellas deben partir de un esquema previamente elaborado en el que plasmemos como borrador de trabajo qué queremos contar, cómo lo podemos probar y cómo lo justificamos. No conviene ponerse a escribir sin tener un esquema básico de ideas en hechos y fundamentos de Derecho.

3. La redacción y prueba de los hechos es esencial en el proceso civil. Los hechos se han de explicar y probar, lo que implica que se ha de ser minucioso en el relato de los hechos y la aportación de las pruebas que lo acreditan. De nuevo, se hace indispensable un orden material y formal de los hechos que permita una fácil lectura de los mismos. En sede de hechos no deberían incluirse alegaciones jurídicas, pero es bastante frecuente adelantar muchas de las cuestiones jurídicas y mezclarlas con la redacción de los hechos. Esto no es lo más correcto, pero sí es efectivo sobre todo si la demanda es extensa y densa, con el propósito de garantizarse de que los elementos jurídicos esenciales del fondo sean también analizados y leídos por el juzgador con la frescura propia de las páginas iniciales.

Si el relato fáctico es amplio y denso, es bueno hacer un planteamiento previo y unas conclusiones del mismo.

4. El iura novit curia implica que el Derecho pueda ser simplemente alegado, de ahí la tradición en nuestra práctica forense, afortunadamente poco a poco superada, de limitarse a citar preceptos jurídicos de aplicación al caso en los Fundamentos de Derecho. No te limites a enumerar preceptos de aplicación, por una razón tanto de prurito profesional, como para garantizar que tus consideraciones y razonamientos jurídico sean asumidos y entendidos por el juzgador. Sé ordenado y metódico en la exposición, de tal forma que desarrolles todos y cada uno de los elementos integrantes de la acción/pretensión que estas ejercitando y las razones que la fundamentan (resulta siempre muy conveniente no perder de vista nuestro Código Civil en el que muchas de las disputas por complejas que sean tienen siempre su anclaje). Son muy socorridos, con este propósito, planteamientos preliminares y conclusiones si la argumentación es densa.

5. Finalmente, desde una perspectiva puramente formal, sé ordenado, claro y riguroso en la redacción: el abogado debe ser preciso en el uso de la terminología jurídica (no es lo mismo rescindir que resolver, por ejemplo). Soy partidario de hacer las demandas lo más estéticas y «agradables» posible en su presentación (numeraciones, sumarios, gráficos, esquemas, etc). No tengas pereza en desarrollar planteamientos pero evita reiteraciones innecesarias. Por último, sé ágil e incisivo en la redacción, pero nunca olvides el debido respeto al juzgador y a la parte contraria. Resulta necesario saber captar el «tono» de la demanda, a la vista de  las circunstancias del conflicto, el juzgador de que se trate, etc.

En fin, lo anterior son algunas de las pautas básicas que trato de seguir en mi ejercicio profesional, pero en estas cuestiones cierto es que «cada maestrillo tiene su librillo», y que, en todo caso, hay magníficas demandas que se pierden y, al contrario, demandas lamentables que son atendidas y estimadas: una de las frases que recuerdo más frecuentemente de mi abuelo, abogado procesalista de batalla y pleito, de los de antes, es que «en un pleito puede aparecer un burro volando».

 

 

 

 

 

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