El abogado de empresa

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Tengo la suerte de haber engañado para el post de hoy a un invitado. Le pedí a mi amigo Luís Teira que escribiese unas líneas sobre el papel del abogado de empresa (que además se encuentra en una fase inicial de su etapa profesional), porque creo que alguno de los lectores habituales podéis tener interés en el tema (sobre todo estudiantes).

Se trata de un colectivo con un conjunto de particularidades específicas y propias derivadas de ejercer la profesión y el asesoramiento jurídico al negocio o a la corporación, desde dentro. No es objeto del post centrarse en la problemática de su concreto estatuto y de la vigencia de determinados privilegios vinculados a la relación abogado-cliente, sino simplemente aportar la visión del joven abogado que desarrolla la etapa inicial de su vida profesional en el servicio jurídico de una gran empresa.

Espero os guste y muchas gracias Luís.

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La importancia de ser jurista de empresa

 

Ante todo, además de mucha calma, agradecer la invitación de Luis a colarme por un día en una de las bitácoras referencia dentro del panorama jurídico nacional. Para no estropear mucho el lugar, procuraré ser breve en mi alegato por ennoblecer la carrera de abogado de empresa, tan obvio como inhabitual. Porque ya decía Gracián que aun lo malo, si poco, no tan malo.

Hace apenas tres años, cursando una de las principales maestrías del país en Derecho de la empresa, me entregaron una guía con motivo del foro de salidas profesionales que marcaba el ecuador del curso. Dos días repletos de presentaciones, en diversos formatos, en los cuales entre varias decenas de punteros despachos y las principales firmas de consultoría apenas había un par de empresas.

Dicha guía, en el apartado dedicado a trazar un perfil de las carreras profesionales más comunes para un jurista, enumeraba cuatro apartados: firma jurídica, organismos internacionales, oposiciones, empresa. En último lugar, y tomando en solfa la calidad de esta opción. «Esta salida profesional suele plantearse al cabo de unos años de ejercicio profesional, más que como la primera opción al finalizar los estudios”.

Si bien el enfoque pueda parecer obsoleto, los americanos no nos llevan demasiada ventaja. La página de planificación profesional -qué ilusión, pretender planificar la trayectoria laboral- de Georgetown, por poner un ejemplo, reza en el sitio del abogado de empresa que «typically, very few opportunities exist for new graduates to start as in-house corporate counsel – these positions are generally filled through a lateral hire from a law firm or government agency. «

La experiencia, corta pero intensa, no me permite entender que la relevancia del jurista en la vida corporativa sea tan corta. Como es lógico, siempre ha habido abogados de lustre en los buques insignia de economía, pero es reciente -y escasa- la apuesta de las grandes compañías por proporcionar una posibilidad de carrera a jóvenes talentos de la abogacía en los asuntos jurídicos de su particular industria.

Se trata de una salida que, considerada tradicionalmente perjudicial para la pulcritud técnica del aspirante a abogado, no debe serlo. Nada impide, sobre el papel, que las empresas sepan reconocer el hecho diferencial de nuestra ciencia, la necesaria maduración de un buen jurista, la correcta tutela por parte de superiores y compañeros de mayor experiencia y el aseguramiento de la independencia imprescindible para ejercer con lealtad la función jurídica. Debiera decirse “jurista en empresa”, siguiendo el in-house anglosajón, para resaltar la necesaria libertad que el abogado debe tener en su ejercicio. Con ese requisito cubierto, se despliegan múltiples ventajas para el abogado de empresa.

Dentro de una compañía, sea cual sea su actividad, el papel del abogado es siempre clave. La implicación en el día a día del negocio es total, y existe un abanico de posibles itinerarios que permiten especializarse en un ámbito de Derecho, teniendo siempre el foco en la repercusión de éste en su industria particular. Se trata de un complemento muy enriquecedor, que se retroalimenta haciendo al profesional un abogado de muy alta competencia, y un trabajador con especial rigor en la comprensión de su industria.

Ya sea orientado a negociar contratos, a las obligaciones societarias o fiscales de la compañía, a representar a la compañía en procesos judiciales o arbitrales, a revisar asuntos de propiedad intelectual e industrial, a estudiar la normativa que afecta a nuevas estrategias de negocio… El jurista de empresa, en cualquiera de los escenarios mencionados, se diferencia del resto de compañeros en que su trabajo siempre responderá a sus obligaciones profesionales y a la ética que debe presidir siempre nuestro asesoramiento. Sin olvidar el mejor interés para la compañía, el consejo de un abogado de empresa no puede esquivar nunca la lealtad al ordenamiento jurídico. Éste es un reto mayúsculo, y es, a largo plazo, el medio por el cual se distingue el jurista pulcro logra aportar un valor añadido que ningún otro profesional puede dar a la empresa.

Encauzando debidamente el desarrollo de sus abogados, la calidad de cualquier negocio será inevitablemente mayor, tanto por su trabajo como por su colaboración con los asesores externos que, muchas veces con un conocimiento técnico superior, necesitan de un buen enlace jurídico para la mejor comprensión de qué soluciones busca una empresa. Sólo un buen jurista es capaz, además, de informar con rigor de todas las implicaciones jurídicas de un negocio a aquellos directivos menos versados en leyes.

Podría deducirse, de todo lo anterior, que la tarea del jurista de empresa es una tarea tan compleja como apasionante. Estoy seguro, además, de que su dignificación será uno de los motores para el incipiente renacimiento del mundo de los negocios patrio.

Luís Manuel Teira Otero

 

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  1. Xabier Alonso 13 jul 2015 | reply

    Como estudiante, graduado en Derecho con especialidad económica recientemente, no me asusta escoger el máster de Derecho Empresarial que me dirija hacia mi verdadera vocación, en la que pueda expandir mi talento, o al menos intentarlo, no hacia la que «otros» me quieran imponer.
    Buen artículo, gracias y buena suerte!

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